domingo, 24 de diciembre de 2023

Navidad


Hoy es Navidad y para mi mamá es muy importante. Ella quisiera un pesebre, pero ya sería demasiado. Está muy contenta de venir a comer a mi casa y aunque no come mucho, la mesa puesta al estilo tradicional con velas y algún adorno, le gusta. 

Este año que se va, los jueves me preguntaba ¿fuiste a tu clase de canto?

Un jueves de esos pegué un salto y le dije ¡hoy es jueves! tengo mi clase. Me había olvidado y ella fue muy feliz por habérmelo recordado. 

Hace muchos años me dijo que el sauce tan bonito que abriga todo el frente de mi casa se iba a caer un día arriba del techo, provocando un desastre.

Me lo decía como quien comenta algo trivial sobre el calor, el viento o el ruedo nuevo de una pollera. Cada vez que salíamos hacia el portón, me lo repetía, con la insistencia propia de quien tiene el don de adelantar el tiempo.

Tardé muchos años y finalmente me decidí y llamé a un grupo de podadores que me dijeron que se trata de un árbol de raíces de enormísimas proporciones, que ya estaban debajo del piso de mi casa, cosa que nunca me había parecido real y posible.

Le podaron las raíces y lo estabilizaron.  

El tronco se ha inclinado bastante el último tiempo, buscando la luz y brotando en cada rama, cada temporada, como racimos verdes que pugnan por no extinguirse.

Hace unas semanas un viento huracanado azotó Santa Rosa, derribó muchos árboles y provocó destrozos e inundaciones. 

El caldén añoso de la esquina de mi casa se derrumbó y ocupó toda la calle. 

A tiempo llegó la cooperativa de podadores y sentí un gran alivio. Mi mamá tenía razón.

Gracias mami. 

Feliz Navidad.


*texto y foto: Anabela Abram

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