Algo se quebró cuando lograste atravesar la ventana. Los vidrios rotos tardaron años en caer al suelo y los fuiste contando uno a uno. El aire hizo fuerza también, enrarecido. Y ahí te quedaste. Salir. El deseo, el punto que toca en tu propio tiempo lo que querrías para vos. Pero te atrapa la humedad, la respirás, hace intenso el verde. Es intensidad. Las hojas huelen de tanto quedarte. El espacio no tiene sonido. Es un vacío detenido en la imagen del pasado. ¿Quién cuida tu jardín? Atrás es adentro.
Texto: Caro Di Nardo
Fotos: Anabela Abram
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